Escritor francés, el Marques de Sade (1740-1814), cuyo verdadero nombre era Donatien Alphonse Françoise de Sade, es conocido por sus obras eróticas y transgresoras y de moral muy diferente a la de su propia época. De familia aristócrata, la conducta de Sade nunca fue del agrado del poder establecido, ya que conoció la cárcel por diversos escándalos tanto bajo el régimen absolutista como tras la Revolución Francesa y la subida al trono de Napoleón. En su infancia, Sade recibió una educación religiosa y militar, y en su adolescencia participó en la Guerra de los Siete Años, siendo destacado por su valentía. Acabó la guerra como capitán y se le licenció para volver a su hogar, donde se casó en 1763 con Renèe Pelage Cordier. A partir de este momento, Sade comienza una vida licenciosa que en un principio se pudo ocultar por sus influencias, pero que, tras hacerse cargo de un teatro cerca de París, se vuelve más activa y llena de amantes y prostitutas, incluyendo algunas de las mujeres más deseadas en la corte, pese a carecer del dinero suficiente. Tras varios escándalos, de los cuales el más famoso es el de Arcueil, acaba siete meses en prisión por flagelar a una mendiga. Es, sin embargo, el caso de Marsella, el que casi le costó la muerte al ser condenado por sodomía y envenenamiento. Huido de Francia en Italia y España -y perseguido por su suegra-, viajando de incógnito a su tierra natal (donde siguió provocando escándalos varios). Así se mantuvo la situación hasta que Sade acudió al lecho de su madre moribunda en París, donde fue arrestado y encerrado en Vincennes y en La Bastilla donde permanecerá casi catorce años hasta la Revolución Francesa. Es en esta época que Sade escribió Justine, Aline y Valcour, además de Cuentos, historietas y fábulas. Su conducta rebelde llevó a que fuera trasladado a un psiquiátrico poco antes de la toma de la Bastilla, donde se perdieron 15 libros ahora relacionados con Los 120 días de Sodoma. Tras ser librado, Sade trata de integrarse en la nueva sociedad revolucionaria como miembro de la comunidad teatral y también en el ámbito político, algo que más adelante también estuvo a punto de costarle la vida y la cárcel. En ésta época Sade siguió escribiendo, sobre todo teatro, y algunas obras narrativas. En sus últimos años se le diagnosticó una demencia y ya bajo el poder Napoleónico, Sade fue recluido en el manicomio de Charenton donde moriría en 1814.
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